"No manden flores" de Martín Solares
(Penguin Random House Grupo Editorial, 2016)
Martín Solares nació en Tampico en 1970, en el golfo de México. Escribe novela negra, y también es crítico literario y editor. En 2003, dirigió una antología de cuentos y crónicas sobre la impunidad de los crímenes políticos en México: Nuevas líneas de investigación : 21 relatos contra la impunidad.
Esa novela se publicó en 2015 y parte de un caso de secuestro: una rica heredera ha sido desaparecida y su padre contrata a un ex policía, Carlos Treviño, para encontrarla. Treviño tuvo que dejar el oficio y esconderse de sus colegas a quienes no gustaron su honradez. Tiene como enemigo al comandante Margarito, jefe de la policía corrupto y criminal. La novela se construye sobre el antagonismo entre esos dos personajes : en la primera parte seguimos a Treviño, en la segunda, a Margarito.
No manden flores nos hunde en la violencia del golfo de México, en la frontera norte, donde los grupos criminales - protegidos por la corrupción de políticos, policías, militares, empresarios - se disputan el control de la ciudad de La Eternidad y actuan con total impunidad. En una entrevista, el autor explica “Intenté que el lector tuviera la impresión de que la mayor parte de la historia ocurre durante una larga noche sin estrellas, como la que se vive desde hace años en [en el estado de] Tamaulipas.” En sus agradecimientos que concluyen el libro, escribe “...esta novela es para los que me contaron algunas de estas historias, y para los que no quisieron contarlas y me bridaron un silencio más elocuente”.
Es de notar antes de insistir sobre el tema criminal que la novela cuenta con capítulos muy poéticos donde se desarrollan sueños o visiones mágicas. Pero el tema es principalmente la violencia que padece el norte del país, cuna de uno de los grupos criminales más antiguos de México todavía en actividad : el Cártel del Golfo. Se fundó en los años 1930. Durante los años 2010-2011, ese grupo se enfrentó con el Cártel de los Zetas que fue primero su brazo armado antes de independizarse y que está compuesto de soldados procedentes de las fuerzas especiales del ejercito mexicano y, también de ex-kaibiles, fuerzas especiales de Guatemala conocidas por sus violaciones de los derechos humanos.
La novela refleja la historia de los grupos criminales. Por ejemplo, un personaje llamado Cornelio habla de los fundadores de esos grupos : “Se refería a los viejos delincuentes, los que ahora llaman el Cártel del Puerto, los que arrancaron el negocio. Cornelio y Treviño sabían que durante los últimos treinta años el contrabando de alcohol, armas, aparatos eléctricos, medicinas y droga había estado bajo el control de un mismo grupo de personas. Que amenazados por los rivales que provenían de otros estados, estos comerciantes se vieron obligados a contratar un número cada vez mayor de guardaespaldas, a finales de los noventa: al principio eran agentes armados que trabajaban en la policía federal o judicial, pero a medida que los enfrentamientos por el territorio se volvieron cada vez más terribles y exigían vigilancia de tiempo completo tuvieron que sobornar a miembros de élite del ejército a fin de que desertaran y trabajaran para ellos. El trato siguió durante unos diez años, hasta que los militares decidieron que era tiempo de arrebatarle el negocio a los jefes y fundaron el grupo de Los Nuevos.”
El auge del poder de esos grupos también está tratado : “Dieron dinero a la iglesia, construyeron calles y hospitales, se aliaron con la policía... Cada cierto tiempo el gobierno encarcelaba a alguno para quedar bien con los gringos, pero eso se terminó cuando los del negocio se aliaron con los políticos. ¿Y quién va a denunciar esto a la prensa?
En uno de los periódicos de La Eternidad los criminales pusieron a un jefe de redacción que llega cuando las ediciones están terminadas. Se sienta y lee las notas nacionales y locales con mucho cuidado, y cuando termina obliga a los directores a eliminar aquellos artículos que desprestigian al grupo criminal que patrocina. Y les pide eliminar algunas palabras. Ordena poner “grupo” insurgente en lugar de banda criminal; “negocio” en lugar de “delitos contra la salud”; “levantón” por “secuestro”; “marcas” en lugar de “lesiones”; “desaparición” por “asesinato”. Como si las palabras fueran propiedad de esos cabrones.”
El impacto de la violencia sobre la población de esa región y su modo de vivir está reflejado en la novela. Por ejemplo, un viejo con quién habla Treviño para tener un testimonio le dice : “No sé por qué estoy sonriendo... Tú perdonarás, pero aún no hemos inventado un gesto de la cara que corresponda al horror que vivimos. Los “levantones”, los ejecutados, los decapitados, los rafagueados, los secuestros exprés... Todo esto es nuevo para nosotros, los que quisiéramos irnos pero no podemos, los que la hemos visto de cerca, los que seguimos de tercos, los que aquí trabajamos, los que vivimos aquí”
Para saber más sobre el Cártel del Golfo
Indicadores de violencia en la frontera norte de México