Nazis en la literatura latinoamericana
El tema del nazismo aparece en muchos relatos ficticios de la literatura latinoamericana nutridos por la realidad histórica del continente y es tratado por autores tan variados como el Mexicano Pedro Ángel Palou, el Argentino Edgardo Cozarinsky o el Chileno Roberto Bolaño.
Las maneras de tratar el tema son muy diversas. El Mexicano Jorge Volpi en su novela En busca de Klingsor mira como la ciencia está puesta al servicio del Mal. El Argentino Pablo de Santis en La sexta lámpara se interesa por el destino de un arquitecto italiano cuyas teorías van a coíncidir con las ideologías totalitarias que se estan desarrollando en la vieja Europa. En su novela Nombre de torero, el Chileno Luis Sepúlveda cuenta una investigación que tiene su origen en la desaparición de un tesoro de guerra. Retornamos como sombras de Paco Ignacio Taibo II es un relato desquiciado del México de los años 1940 cuando el país está a punto de declarar la guerra a Alemania.
El escritor mexicano Pedro Ángel Palou publicó dos libros donde aparece la temática del nazismo: Malheridos y El dinero del diablo, novela que trata de las intrigas palaciegas de 1929, cuando crece el poder de la Santa Sede a la sombra de Mussolini y Hitler. La investigación histórica es la que también prevale en la ambiciosa novela del Argentino Leopoldo Brizuela, Lisboa un melodrama, en el cual se reconstituye las tensiones de una Europa en crisis. Se puede mencionar también la novela Los informantes del Colombiano Juan Gabriel Vázquez que investiga sobre como los Estados Unidos obligaron su país, durante la II Guerra Mundial, a confinar los ciudadanos alemanes establecidos en el territorio.
El hecho de que América Latina fue un notable refugio para varios criminales del Tercer Reich a la hora de la derrota está tratado en la novela Lejos de donde de Edgardo Cozarinsky o en la de Sergio Gómez, Patagonia. Esa última novela se inspira de las investigaciones de María Soledad de la Cerda sobre Walter Rauff, refugiado en Chile en 1958 y cuya verdadera identidad fue descubierta cuatro años más tarde: ex oficial nazi y creador de los camiones de gas, cámaras ambulantes en las que fueron asesinadas casi cien mil personas, permaneció en Chile hasta su muerte en 1984.
El nazismo planteó de manera radical el problema del Mal. Podemos ubicar dentro de ese cuestionamiento la novela Oscuro bosque oscuro de Jorge Volpi que involucra el lector en un juego macabro y lo vuelve un soldado más de un sistema sanguinario. Pero el autor que mejor investigó en toda su obra el tema del Mal fue el Chileno Roberto Bolaño. Muchos de sus libros tocan a la problemática filosófica que planteó el nazismo siendo su libro La literatura nazi en América uno de lo más emblemáticos. Un libro que constituye una antología apócrifa de la literatura filo-nazi en América desde 1930 hasta 2010. El tema del nazismo aparece en otras de sus novelas : 2666 o El tercer Reich.
Es imprescindible mencionar en esta lista un relato corto de Jorge Luis Borges: Deutsches Requiem. Ese relato se publicó por primera vez en 1946 en la revista argentina Sur, una revista emblemática de la vida intelectual argentina fundada por Victoria Ocampo en 1931. En 1949, Borges incluyó Deutsches Requiem en su compilación de relatos titulado El Aleph pero no en las publicaciones de 1961 y 1967. En ese relato, un nazi se expresa para explicar la lógica de sus actos y la validez de sus fundamentos. Se llama Otto Dietrich zur Linde, es un soldado, un patriota, condenado por torturador y asesino, lo van a ejecutar a la mañana siguiente. No se considera culpable y quiere ser comprendido entonces expone su trayectora vital e intelectual. Elegir dar la palabra a un personaje tan abominable es en sí mismo una apuesta literaria arriesgada. Otto Dietrich zur Linde es un hombre culto que lee Nietzsche, Spengler y, sobre todo, Shopenhauer. Entró en el partido nacional-socialista en 1929 y, en 1941, fue nombrado subdirector del campo de concentración de Tarnowitz. Su compromiso político lo lleva como un compromiso espiritual: tiene una fé muy grande en la ideología nazi y está convencido que su misión es construir un mundo nuevo. Cómo lo explica un análisis que encontré en un blog llamado Noviembre nocturno, un sitio dedicado al tema del terror, Otto Dietrich zur Linde “ha sido una simple manifestación de la Historia, un mero instrumento en aras del progreso. Un progreso que viene dado, en su juicio, por la eliminación de todo lo piadoso y débil, encarnado para él en lo judeocristiano”. El personaje explica que no le fue fácil volverse un buen nazi, “me faltaba toda vocación de violencia”. Para ilustrar esa dificultad a despojarse de cualquier piedad, de cualquier compasión, esa dificultad a deshacerse de su humanismo judeocristiano, cuenta un episodio clave : Cuando trajeron al campo de concentración un poeta judío que él apreciaba, David Jerusalem. Dice Otto Dietrich zur Linde : “Ignoro si Jerusalem comprendió que si yo lo destruí, fue para destruir mi piedad. Ante mis ojos, no era un hombre, ni siquiera un judío; se había transformado en el símbolo de una detestada zona de mi alma. Yo agonicé con él, yo morí con él, yo de algún modo me he perdido con él; por eso, fui implacable”.
Muchos de los cuentos de Borges se caracterizan por explorar cuestionamientos filosóficos pero, en ese caso, y en 1946, el ejercicio resulta peligroso. En el blog de Noviembre nocturno, el artículo relata que el filósofo chileno Victor Farías hizo una prueba con ese cuento : lo dió a leer a un grupo de investigadores del nazismo sin indicar quién era el autor. Al concluír la lectura preguntaron quién era el SS que lo había escrito. Se quedaron sorprendidos al saber que un Argentino, en una fecha tan temprana, haya podido rendir cuenta de manera tan segura de la ideología nazi. Borges, quizás por darse cuenta de la ambigüedad de su texto, no lo volvió a incluir en la posteriores publicaciones del El Aleph.
Sobre la presencia nazi en América Latina
Deutsches Requiem de Jorge Luis Borges